jueves, 2 de diciembre de 2010

Pureza



Si vos y yo fueramos puramente fieles a nosotros mismos, entonces seríamos iguales, anunció el yogui.
Su acompañante se mostró confundido.

El maestro yogui prosiguió: eso significa que, si eliminaces todos los miedos en vos, si lograses ver tan hondamente en tu ser como en los demás seres, solo percibirías una sola diferencia...

-¿y cuál sería esa diferencia?

-que el agite del viento sobre la rama acuna juntas a todas las hojas, pero que cada una de estas, a su vez, lo hace a su tiempo. Respondió.

-¿Eso sería una diferencia?

-No, eso es precisamente lo que nos hace iguales. Una única conciencia repartida en distintas hojas, con sus tiempos, sus mesuras, todas sus diferencias que los hacen iguales.
Ahora sabes que, la próxima vez que me veas, te verás.

Y la próxima vez que observes al cielo...

-Si, podré ver las demás ramas del arbol.

Y contemplaron al cielo.

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