Invocó a las musas aquella noche. Entre los pérfidos y sodómicos diónisos la danza de las flamas era trocada por las sombras. Perverso pasado, convocante de los sátiros herejes del nuevo mundo.Era deseada por los ojos hablantes. Eternamente deseada por estos en pasado y en futuro.
En pleno éxtasis, orgía, consumación, acto y hecho, despertó.
La sombra pasada por los durmientes lo sobresaltó poniendo fin a su sueño y lo trajo nuevamente al mundo.
Estaba flaco, lo notó al hallarse parado frente al espejo que reposaba sobre la cómoda. Le era imposible volver a la cama pese a que el sol, aún, no había trepado al horizonte.
Prendió un cigarrillo sudando, entrado en fiebre. Deliro, pensó al notar una luz que era emanada por una fotografía. En esta, su madre lo sostenía en brazos. Acunábalo, besábalo, ahogábalo.
Volvió a despertar arropado entre suéteres usados. Un desmayo, pensó. Era ya el mediodía. El desencanto era grande. No existía para él cosa mas grande y regocigante que la derrota. Aunque era, mas bien, un síntoma asimilado como parte de una neologista sensación idiota.
Se zambulló en la tina rebalsante de espuma, resbalando y golpeando su rostro contra la loza.
Caminó por el bosque, algunas aves le hablaron en lenguas y él sintió, por primera vez, que estaba loco. Siguió caminando hasta que no pudo dar un paso más. Había en sus pies maleza, eran sus pies maleza, era un bosque. Perverso, sucio éxtasis.
Abrió los ojos.
Todo era borroso. Pastillas, vasos, vapor, hedor. Sucio. Llevaba cuatro días sin bañarse. Estaba sentado, en medio del desierto, contemplando un espejo hecho de agua, nuevamente, erigiéndose sobre la cómoda. Las palabras brotaban de un manantial sin hallar cauce. Castores trabajaban sin parar. ¿Castores?, ¿Desierto?, la locura era demasiada, oasis y remanso consumo, atraido como perdido cedió a su impulso, y avanzó hacia un cáctus que resplandecía y, que junto al viento, entonaba melodías edulcoradas de FM.
Cáctus, dime, ¿Qué soy?¿Qué hago?¿Cómo estoy?, sin recibir respuesta salvo aquellas pateticas entonaciones de Soft Music.
Cortó con un machete la base. Apareció, estuvo, emanó de la nada, dividiendo la verde superficie en dos polos cóncavos y polvorientos. Bebió su esencia y cantó.
Sombras, vacío, un auto sin techo, un conductor ebrio, él como copiloto, hacia la derecha, se vió cortar el cáctus, por delante un camión los impactaba, y un trozo de metal perforaba su pecho.
Estaba en la cuna, estaba su madre teniéndolo en brazos, una luz lo encegueció, lloró, su madre lo volvió a acostar.
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